Memo Ochoa está ilusionado y dice que disfruta cada momento.
Ha sido un viaje muy largo, 10 horas para llegar a Fráncfort que en realidad casi no sentimos, pues pudimos dormir todo el vuelo. Una vez en ese muy transitado aeropuerto alemán tuvimos tres horas para poder comer algo.
Salcido pide un sándwich de pollo, Sinha se conforma con un panini de mozarella, igual que un servidor, mi camarógrafo pide una chapata perfect day (día perfecto). Dice De Nigris: “Esa perfect day está buena.” Les corrijo: Perfect day es el nombre del restaurante. Todos soltamos la carcajada.
Aún había tiempo para abordar el siguiente avión, por eso platicamos con Salcido, quien acepta que le está costando trabajo su adaptación al futbol mexicano. En tono de broma me dice: “No traigo nada”, cuando le pregunto por su nueva posición. Me confiesa que tuvo que volver a nuestro país por estar otra vez con su familia. Recuerda aquel tremendo día en Londres, cuando se metieron a su casa a robar y no olvida lo bien que la pasó en una ciudad tan pequeña como Eindhoven.
Dice que su experiencia en el futbol de Europa le dejó mucho. Se quedó con ganas de más, pero le llegó el momento de darle prioridad al aspecto personal por encima de lo laboral.
Cuando mejor estaba la plática, escuchamos que es tiempo de abordar el avión que nos lleve a Varsovia. Primero subimos a un camioncito para poder llegar hasta el mismo. Chepo voltea y bromea: “¿Nos vamos a ir en camión hasta Varsovia?” Le contesto: “No alcanzó para más”. Era mejor reír que lamentar después de tantas horas ya transcurridas y todavía estando lejos de nuestro destino.
Faltaba aún hora y media de vuelo, misma que viajamos otra vez completamente dormidos. Finalmente, aterrizamos en Polonia, todos ya con cara de cansancio. El Hobbit va por su maleta como si hubiera jugado ya tres partidos, Torrado no puede ni con su alma, de pronto grita Iñárritu: “Pero querían jugar en Europa, ¿no?”
Finalmente, salen todas las maletas, ellos se van en autobús y nosotros rentamos un auto. Está en polaco, literalmente, llegar al hotel. Nos cuesta trabajo, pero lo logramos.
Caemos rendidos y al siguiente día, tempranito, vamos todos al primer entrenamiento en territorio europeo.
Pero antes, una sesión de ejercicio, como dirían los futbolistas, para sacar el viaje. Ahí nos encontramos al Chepo y se molesta porque llegamos tarde al gimnasio, como si nos fuera a tomar en cuenta para el partido del viernes.
A los que sí tendrá para ese día, practican en un estadio pequeño, pero con una cancha impecable. La práctica es relajada. Inicia con el típico torito y las bromas de siempre. Una cascarita, tiros a gol y estiramientos. Eso fue todo.
Después, nuestro encuentro con un personaje que llevamos tiempo de conocerlo. Guillermo Ochoa con sus chinos necios de siempre, la honestidad que lo caracteriza y un bronceado perfecto que dice ha ganado en Córcega.
Nos cuenta rápidamente su experiencia en el futbol francés. Está ilusionado y dice que disfruta cada momento. Está enterado de lo que pasa en América y en el futbol mexicano.
Ha cambiado, pero para bien. Se le ve contento y todo lo que cuenta de su nuevo equipo lo tiene renovado.
Termina el primer día en esta aventura europea con una selección completa, pues ya llegaron Márquez y Alderete. Lo que sigamos viviendo en esta gira les prometo que se los contaré en mi colaboración del sábado.
Fuente: www.excelsior.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario