El color de David Faitelson
David Faitelson
2011-08-30•Afición
Aplaudo y celebro la última “revolución” que el futbol mexicano ha propuesto: tres chicos jóvenes, llenos de alegría, de valor, con las ilusiones frescas y renovadas, buscando su propio sueño europeo. Tres mochileros del futbol, sin nada que perder y mucho que ganar. Justo cuando las cuentas no salían, el mejor verano en la historia del futbol mexicano dejó tres nuevos proyectos: Ulises Dávila (Chelsea), Taufic Guarch (Espanyol) y Edson Rivera (Braga). Lo que tanto esperó y soñó el futbol mexicano, finalmente, a la hora cero, empujándolo, pero se da. Y el aprendizaje que estos futbolistas tendrán en los próximos meses o años debe garantizarle al futbol mexicano, a la selección mexicana, la mejor plataforma para buscar los resultados que tanto ha anhelado.
Nada llega de forma fortuita. Mas allá del trabajo que han hecho los clubes en el desarrollo de las nuevas camadas, de un cambio de mentalidad en los equipos, también hay que reconocer que el futbolista ha dado un paso hacia delante, entendiendo que hay algo más allá del horizonte, que no puede seguir conformándose con ser la estrella del Santos, del América, de las Chivas. “Quiero jugar de por vida en Europa”, dijo el sábado en el aeropuerto de la Ciudad de México Taufic Guarch antes de tomar el vuelo a Barcelona. En Londres, Ulises Dávila reafirmaba los conceptos: “Soy muy agradecido con Chivas. Es un equipo grande, siempre estaré orgulloso de haber surgido ahí, pero ahora llego a otro mundo, al mejor de todos y no me iré de aquí hasta triunfar”.Otro ejemplo claro del verano fue Guillermo Ochoa, quien sacrificó sueldo y posición con el América para buscar un sueño europeo. El futbolista mexicano piensa hoy diferente. La nueva educación que existe por el futbol, la mayor apertura, la difusión, los tiempos de la tecnología le permiten ver mas allá de lo que generalmente alcanzaban a vislumbrar. Hoy, nuestros jóvenes, y nuestros jóvenes futbolistas, viven un mundo más globalizado, un mundo sin fronteras, sin miedos, sin fantasmas del pasado, un mundo a donde el jugador mexicano tiene la obligación de asomarse, de crecer, de soñar.
Fuente: www.milenio.com
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